Y mis yemas se fundieron en tus células, el bisturí recorrió a ciegas cada milímetro de, bajo la verde luz de, dibujando la futura cicatriz.
Salimos vivos de milagro y bebimos para celebrarlo. Esta noche no hay concierto, solamente humo y vasos multiplicados para sonreír unas horas más. Seguimos respirando, qué mejor regalo a galope del sirope de unos labios desbocados.
Y ya podían morir en guerras, dar golpes de estado o doblarse el mundo sobre sí mismo, solo valíamos dos. Hicimos confeti con el tratado de Kioto y volamos las pirámides de Egipto. Sequé el Sena para inyectarlo en los ojos que me miran y esperé a que el café se calmara. No tenemos tiempo.
Nos tenemos y eso basta.