Mi boca, cueva se suspiros que no dibujan nada, vaho bajo cero asesinado.
Ni un solo testigo.
Que el tiempo se nos va y no nos deja nada más que tiempo, que es tan sólo el recuerdo de una cerilla quemada en la hoguera, la piedra de cuello quebrado por los pasos sin importancia, el calcetín agujereado que me da pena tirar.
Que el tiempo se nos va y hoy se nos ha olvidado follar. Y los dos con las ganas en los huesos, famélicas.
Mis dedos, agujas de reloj nerviosas sin arco ni Robin que acierte el disparo a tu cintura, el tiro por la culata y las balas...
¿Dónde están las balas?