domingo, 29 de septiembre de 2013

Silencio

Me levanté sobre una cama que no era la mía.
Me desperté a mediodía en un cuarto diferente, extraño.
La ropa disparada. Calcetines perdidos y cordones que apuntaban a la salida.

Shhh...

Mesita de noche con libros que no he leído.
Boca seca, casi sin boca, un punto casi sin palabras que decir, ingrávida.
Me levanté y eché un ojo al espejo.
"¿Y tú? ¿Quién eres?"

viernes, 27 de septiembre de 2013

Every little thing's gotta be just right

El viento en contra nos estiraba la piel a 90 millas en dirección al sol por aquel desierto pajizo. Casi sin tiempo para cruzar miradas sobre el infinito cemento envejecido. Tu largo pelo abanderaba la ilusión por devorar la vida todavía viva, con sangre en los incisivos sabedora de que el pulso algún día acabaría. Pero no ese día. Tu sonrisa de perfil se reía de las veces que la luna salía, chulesca a mostrarse a los humanos, especie a la que optamos dejar de pertenecer la noche que desistió nuestro pulso acelerado antes del primer beso. Vi tu sangre en mi piel y compartimos dos vidas en un circo cíclico. Tus labios nunca estuvieron tan rojos y la noria no dejaba de girar, avanzando hacia el sol. Palomitas y algodón de azúcar manchado de nuestro adn. Mis manos en el volante de tu cintura del asiento trasero en un parking cualquiera de un pueblo cualquiera del Big Sur. Tan largo como tus piernas rocosas donde oleadas de océano se mezclaban con mi saliva. 
Tan tú que dejé de ser yo por momentos hasta que los efectos de la última sacudida empezaron a desaparecer.
Fumamos y bebimos, decidimos cuándo llegaría la mañana tumbados viendo los lunares de la piel del cielo. Te mordí el tuétano. No te quejaste, así que roí tus costillas hasta desnudarte en cualquier servicio de cualquier gasolinera de cualquier pueblo costero de California.
Tenemos que viajar más, dijiste. No sabías que ya viajaba en tu corriente sanguínea, que aquel viaje en coche automático por una línea recta de arena y sal dividida por rayas de farlopa amarilla era la mejor de mis excusas para cavar en una felicidad mutua. 
Yo no contesté. Te besé y casi nos salimos de la estrecha carretera pero nunca me miraste temblorosa, teníamos tanta confianza uno en el otro que jugamos a la ruleta rusa con el revólver que compramos al hippie excombatiente de Vietman que nos quiso vender marihuana violeta. Nunca volverá a ser el mismo. Nunca volveré a ser el mismo, y te lo agradezco. En la salud y en la enfermedad, en la noche ebria y en la mañana de ojeras, cuando más guapa estás. Con tus cicatrices a flor de piel, siempre pero nunca más.
Cualquier motel de cualquier lugar, no existe diferencia en cuanto a sábanas viejas que han recibido esputos de amor y sudor relavadas con suavizante de seven eleven. Neones vestidos de puta europea a la entrada, nadie a la vista. Amor que se disuelve en una jeringuilla de sexo, gota que enraíza en líquido ajeno y se vuelve uno, crece ecuación con resultado de dos, par singular (2=1).
Todavía recuerdo la cuerda de miel rojiza que desplegaba tu labio, dulce mordisco depredador.
Siempre ahora.

martes, 24 de septiembre de 2013

2:15

La razón está ahí, tan cerca que no se puede ver con claridad, tan próxima que nos deja estrábicos, a veces ciegos, emborrona nuestra percepción cuando creemos ver esplendorosas actrices porno donde sólo hay mujeres inyectadas en Botox. Y sin embargo, está ahí. Sigue permanentemente impertérrita a los temblores de tierra que intenté provocar sin querer. 
La realidad es la madre de la ficción, los dioses (y las diosas) han nacido de la mente de un cura, un borracho, un desequilibrado, un artista o un maldito grano de arena que es lo que somos, los ciudadanos de a pie, los mayores visionarios por porcentaje. No existe la realidad en singular. Si la mente dice una cosa y el cardio otra, si una mano te besa en el envés de la tuya y la otra te palpa debajo de la falda curiosa, si un ojo ve cuando el otro te guiña...
Y yo sigo esperando una realidad pareja fuera de mí, ¿mi otra media naranja? ¿mi alma gemela? Las realidades son mucho más complejas que una fruta desnuda que paulatinamente va perdiendo sus cualidades, o que un alma que no se deja radiografiar. Mucho más difíciles que lo que se define como amor o ganas de follar.
La musas están haciendo la calle en la Montera, sus sonrisas a comisión son más sinceras que la de la camarera que te pide la tarjeta de crédito esperando a que le des propina.
Las musas son azules, o verdes, son preciosas y precisas, aseadas y deseadas. Pero no son de este mundo, ni del tuyo ni del mío.
La musa fuiste tú ayer, las realidades son nuestras hoy. Diferentes. Son silenciosas y se cuelan tras la piel de canela, tras los poros que te respiran, detrás de la larga espera que nos convierte en reales por fin, y por tanto imperfectos.
Y volverás si tú quieres, si nos deja la distancia del desconocimiento, si cogemos el mismo vuelo o si nos cruzamos en la misma esquina que hoy frecuentan las mujeres de verdad, las que duermen de día, las heroínas de un amor pasajero.
Hoy nos hemos desnudado, cara a cara, sin apenas descifrar las runas de unas pupilas que tocaban canciones a diferentes revoluciones, tan tranquilas que estrangulaban el tiempo y la distancia entre ambos. Dulce nudo que sabe a primer regalo.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Lunares y estrellas exiliadas

La lluvia no se llevaba su recuerdo.
Tampoco la lejía. Ni siquiera el ácido.
Opté entonces por convivir con él, sin saber dónde se encontraba realmente, si en las autopistas neuronales o en la cíclica sangre. Realmente no fue una opción, fue una imposición involuntaria. Un lunar, no la luna, que aparece siempre bajo calendario. Los lunares no se van, se pueden tapar, eliminar con láser, arrancar, pero siempre te van a dejar una señal, una cicatriz. 

Un recuerdo con el que tengo que convivir.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Lo maté porque era un viejo que iba de joven.
Además estaba hablando con la chica que me quería follar, mi amor de toda la vida. Aunque eso es secundario.




(Relato inspirado en el libro Crímenes Ejemplares, de Max Aub)

viernes, 6 de septiembre de 2013

Volver a nacer

Se podía distinguir la música al respirar, el sentido del olfato diferenciaba a la perfección las notas del aire acondicionado, de las personas y del licor que corría. Era como agua y aceite, como esas lámparas de lava que han engullido planetas y asteroides elásticos de colores. La división en su más pura esencia.
Todos en silencio. Escuchando atentos la lección.
Algunos tarareaban, otros movían sus cabezas. La camarera sonreía, era el polvo perfecto. 
Los cuerpos hipnotizados por el cuarteto hipnotizado por sus instrumentos hipnotizaban mis pupilas como un segundero sedado por su madre. Convertidos en cobras hindúes bajo en influjo de la magia de la noche. Spaguetti succionado por una boca traviesa.
No pudimos pedir más.
Siempre se puede pedir más.
Fuimos seis putos granos de arena en una galaxia de la que sólo conocemos un diez por ciento. Fuimos un cerebro hambriento de dopamina, fuegos artificiales reventando el cielo, abrimos brechas grandes como una herida mortal de necesidad. Fuimos la chispa que accionó el resorte de la pistola, el centímetro de tierra que besó la punta de aquella bomba que nos mató a todos.

"And she needs you,
this is from Matilda..."








martes, 3 de septiembre de 2013

Malasaña

En In my place hay mujeres altas como las nubes, celestiales, preciosas, mujeres que antes eran hombres y mujeres que aún siguen siéndolo. Comparto el mismo aire que pequeños perros que lideran a grandes hombres, hombres fornidos, rapados, calvos, tatuados, hombres con el gusto sexual de mujeres. Todos personas que pintan de arcoiris un barrio diferente.
En In my place hay una escuela de danza que levita en suspensión armoniosa sobre una calle mugrienta gracias a la caricia de unos dedos de marfil blanquinegros.
Clínicas dentales cerradas, donde la única sonrisa es un anuncio olvidado y polvoriento que nos recuerda que la mejor de ellas es la imperfección.

Y en medio de toda esta vorágine cosmopolita, el recién llegado. El perro al que los demás perros olisquean curiosos su trasero.
Me dieron la mejor bienvenida sin apenas intentarlo. Siendo ellos mismos.





domingo, 1 de septiembre de 2013

Cambio de aires

Se han multiplicado los ojos, como la casa de la miel, ahora brotan pupilas de las celdas del panel, libres como la inocencia de un crío. 
La prisa bombea exponencial.
Sin horas para dormir, pero con todas las del mundo para hacerlo contigo.
Sin paladar para comer, pero con todos los nervios de mi lengua en tu costado.
Sin sentido ni dirección, así descubrí América otra noche etílica, mi primera noche aquí con la mejor brújula.
Volveré para quedarme.


Para olvidar, té.
Para volver, café.