lunes, 23 de diciembre de 2013

opmeiT

Mi boca, cueva se suspiros que no dibujan nada, vaho bajo cero asesinado. 
Ni un solo testigo.
Que el tiempo se nos va y no nos deja nada más que tiempo, que es tan sólo el recuerdo de una cerilla quemada en la hoguera, la piedra de cuello quebrado por los pasos sin importancia, el calcetín agujereado que me da pena tirar.
Que el tiempo se nos va y hoy se nos ha olvidado follar. Y los dos con las ganas en los huesos, famélicas.
Mis dedos, agujas de reloj nerviosas sin arco ni Robin que acierte el disparo a tu cintura, el tiro por la culata y las balas...


¿Dónde están las balas?

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Una chica Bond llamada Niebla

Se acercó a mí, ya sabía mi nombre. Decidida, sin miedo, me perdí en ella. Ni siquiera la toqué. Vino, vio y venció. 
Justa en veneno para desear volver a vernos.
Ni siquiera me tocó. Vino, la vi y perdí.
Perdí el 7 y sólo me quedaron un par de ceros en mis ojos vidriosos y agitados, mezclados en sus interminables piernas que escondían la navaja que hoy todavía desangra mis ganas de.
Vino de la niebla y se evaporó como agua entre dos cuerpos en ebullición para volver a ser lo que fue, niebla. Nunca perdió las maneras, ni sus tijeras en uve
La tuve entre el espacio que nos separaba mientras nuestras palabras copulaban. Retorcidas como un regaliz a punto de estallar en mil dulces.





Failed mission. This tape will self-destruct in five...

jueves, 28 de noviembre de 2013

Ezra Pound Machado

Somos todos.
Concierto ruidoso de viento metálico que agoniza entre empujones, bolsos, pisos de pisadas, miradas que se pierden, tren de trenes, vagones que tiritan y penetran en largas vaginas, negras y sucias. Vagones que eyaculan precoces cientos de intenciones, esperma abrigado preparado para salir y besar. Quieren ser cigoto único entre un público lúcido. Todavía es pronto para salirnos del carril, para pasarnos de parada.
Aún es siempre todavía.

Todos esos pétalos en una rama húmeda y negra
no dejan lugar al aire,



a nadie.

martes, 12 de noviembre de 2013

Never mind

Me gusta cuando abres los ojos por primera vez, débiles. Cuando la luz no ha llenado todavía el día, cuando no sabes dónde estás ni con quién. Cuando me buscas, me ves y no me encuentras y sigues buscando. Yo te miro, tú colocas un punto y aparte entre los hierros doblados de gente en el metro hasta el párrafo siguiente.
Siempre se me pasa el arroz, pero no sabes que mi comida favorita es pasar hambre. Never mind.
No importa siempre que estés. Porque estás.
En las luces de colores, afuera liando un cigarrillo, pasando frío, en la larga puerta del servicio de chicas, en la música de fin de semana y en la espera de los días de diario. En el cepillo de dientes que barre nicotina y alcohol, alzheimer de ayer. En la mirada que se pierde, siempre se pierde entre el confeti de desechos que ha dejado la cabalgata de basureros. Y yo te encuentro entre la mierda más brillante, en las latas dobladas de cerveza verde y roja, en las botellas que hacen guardia vacías y borrachas. Te encuentro en la pausa milimétrica entre dos pares de labios, fuentes a punto de disparar sangre que engatillo casi arañando tu cintura. 
Y nunca acaba. Nunca se acaba esta lava que me funde a tu recuerdo de un mañana mejor, imposible y diferente. Un mañana de extraños extranjeros en mi cama, en tu cama, un mañana que no quiero que llegue si te tengo ahora, ebrio y sincero, rata ebria que juega entre la basura de un barrio que copula a la perfección con cualquier canción. Banda sonora de Malasaña.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Por favor, sin vergüenza

Desnudar la sensibilidad tampoco es mala idea.
Los besos apasionados entre hombres en la boca del metro, mujeres más altas y más hombres que muchos por querer ser mujer y conseguir meta tan difícil como la de la verdad. La fuerza de voluntad de los mismos borrachos abiertos como una farmacia de guardia los trescientos sesenta y cinco días del año, con la lata en mano sin molestar a nadie. Pueden drogarse y mear en mi calle las veces que quieran.
No está tan mal.
Después de asistir a los grandes banquetes protagonizados por naciones abanderadas de la libertad y degustar desde mi niñez la cruda violencia que me arrancó la sensibilidad que hoy debería permanecer aquí dentro. Y no está.
Es una pena que tengamos que pagar por caricias. Es una pena que lo poco ilimitado que podemos ofrecer lo escondamos en grandes bunkers que ninguna bomba puede destruir. 
Y nos las guardamos... Y se caducan... entonces es cuando mueren, las matamos. Y morimos un poco con ellas nosotros también.
Pero a pesar del frío, del frío viento y de la fría y oscura soledad que nos aparta de unos lugares y nos reúne en otros, a pesar de la lluvia, del miedo a morir y del miedo al mar, a no saber nadar, a caminar sobre el agua, a perder la vertical sobre el sentido que lo apoya, a hacer el ridículo de una manera de entre las millones de maneras que existen (os lo aseguro) y superan al ser serio que un día se rió...
Y que no volvió a ser el mismo.
Y, a pesar de todo ello, voy a disparar.

Millones de caricias.


martes, 29 de octubre de 2013

Gélidos

Te enamoraste del escritor y te decepcionó el que escribía. Dos personas diferentes en el exilio permanente. Como agua y aceite. Sin posibilidad de disolverse, de disolvernos en saliva de regaliz deshuesado. 
El escritor es Jagger sobre el escenario. El que escribe es un viejo yonki que te mira el culo cuando no miras, y cuando miras también. Es el poeta Morrison, borracho que te llama de madrugada con hálito de sexo. Es el esbelto Robert Plant y el genuino Hendrix, penes de exposición de Cinthia Plaster Caster.
Yo tengo un poco de aquellos cuatro, seguramente lo peor sin llegar a sus excesos meteóricos. Como resultado soy un soñador más. Un viejo verde mentiroso. 
Me creí capaz de transformar el mundo, mi mundo, nuestro mundo desde una celda de este gran panel que comienza a congelarse.
El frío nos ha tocado y nos hemos convertido en preciosos muñecos de nieve exiliados por una guerra que nunca comenzó. 
Uno     
                             en cada
polo.

Ahora no existimos por intentar rozarnos, por intentar rozarte. Ahora somos parte de un aparte olvidado.
No importa, este Viernes de Venus saldré a emborracharme como siempre he hecho, saldré a ser el que escribe porque el escritor siempre duerme...

Hasta que lo despiertas.

jueves, 24 de octubre de 2013

Right handed

Entra por la derecha y sale por la izquierda explotando en sangre. La bala matutina. Push the trigger. Nuevo error, zancadilla, hache que debió permanecer muda. Gritó Munch y se salió de la pared para abofetearme. El suspense que precede al suspenso. La mirada perdida que otorga la pérdida. El café frío y el cigarro ardiendo, humo atado que se retuerce como un regaliz rojo y negro.
¿Dónde estás? 
Ahora no. 
Ahora nunca.

miércoles, 16 de octubre de 2013

No sé pasear

No sé pasear. Y cuando lo intento parezco pelotudo. 
Siempre me ha empujado la urgencia, la urgencia por llegar, aunque llegue con tiempo de sobra para gastar. 
Aquí estoy. Aprendiendo a pasear. Las cuestas me ayudan a ralentizar el dibujo de mis pasos, baile de babor a estribor, sin que nadie se percate, porque todos son nadie aquí y nadie puede ser todo en una, encerradas en nadie. En nada. Quizá esa chica que no me ha mirado o que miró cuando no miraba. 
Cada tramo de calle se divide como el color de la piel de una serpiente potencialmente venenosa que repta entre una oscuridad absoluta, casi olvido, y la luz de las farolas que lanzan un color que mi retina no había tocado todavía. El color de la yema de huevo de granja que vende aquel pollero con pinta de sucio carnicero en la pollería de la corredera baja de san pablo. Esa yema virgen que acaba de ver su final en una sartén bañada en aceite hirviendo. Es un color pacífico, que llama a la confianza. Un color potente que todavía bombea vida.
Aún no sé pasear.
Creo que paseo cuando estoy ebrio, como el borracho Oliveira en el club de la serpiente. Pero siempre tengo prisa por llegar. Llegar a dormir, vomitar o follar. 

Bambileando deloraba con mi lengua su fultera. Ella ni siquiera deraba, sólo tensía el ansia por tarregar nuestros fultros. Yo vadaba los ojos en el tirema y ella gadaba el trensilo en una cruda noche gultana.

Los bares tienen nombres maravillosos que incitan a entrar; María Bonita, Louie Louie, Toma Café, Lola Loba... 
No sé pasear pero sus estrechas calles me ayudan, me invitan a perderme, mirar, entrar, preguntar y hablar. Pero así uno no aprende a pasear.
Aún así no me pierdo, corriendo apresurado a casa para no olvidarme de su perfume a orín, travestis, comida rápida y glóbulos rojos con una dirección marcada.

domingo, 13 de octubre de 2013

Termonuclear

Tus deditos de los pies son gusanitos, se retuercen lentamente mientras me miran tus dactilares, círculo vicioso, vórtice de grilletes en cadena perpetua, me preguntan quién soy, identidad perdida en el tobogán de tu espalda. 
Nunca dejamos de jugar como imberbes, borramos de nuestros deberes el mañana, 
los relojes que despiertan, 
las líneas rectas, 
la
corr
ectas,
las faltas de ortografía, 
los cepillos de dientes, 
la ropa doblada y
los blindados besos obligados. 
Comenzamos a llorar por heridas sin importancia de patio de recreo y a olvidar la capacidad de sufrir por lo verdaderamente importante. Nos sumergimos lentamente en un útero compartido y nos emborrachamos a base de copas amnióticas. Nos hicimos nucleares y devastamos la cara de la tierra, eliminamos a todo ser viviente, o quizás nos convertimos en seres invisibles al resto, o quizás nos dejaron de ver.

O quizás nunca existimos.

lunes, 7 de octubre de 2013

Sólo pájaros

Hace calor y la gente se refugia en sus hogares. Solamente los cobardes pájaros muestran su curiosidad hiperactiva en este parque cercano al centro de la ciudad.
Un hombre de pelo abierto y camisa canosa combate con su pasividad el afán indomable de los pájaros. Lo acompaña toda su vida encerrada en dos bolsas marrones. Quizá sólo tenga eso. Quizá no necesite más. Coca-cola, i-phone, un coche nuevo, amor de revista y una casa con vistas.
Son los desheredados de nuestra generación del consumo. Los que han tenido la suerte de ser olvidados, de pasar desapercibidos. Los violinistas callejeros, los nómadas, los que no tienen cuentas bancarias y se dedican a contar los pájaros a golpe de calada en los bancos de este complejo residencial de alto standing, apto sólo para los ignorados. Rodeados siempre de pájaros. 
Tan solos.
Algunos se acercan a la gente, hablan con ellos, cualquier temática es buena para colorear una tarde maravillosa, una tarde más. Tabaco, porros, impuestos, se quejan sin malicia entre insultos sucios. Poco los diferencia de los trajes que se ahogan con un nudo windsor allá arriba, entre escaños sordos con un futuro seguro y firme, como el cemento en el que estamos plantados casi todos nosotros.
Sólo quieren hablar, sólo quieren ser escuchados porque un día dejaron de serlo. Por eso algunos se refugian en las venas con tráfico azul y sangre. 
Al final, siempre se quedan sin gasolina.
A Antonio le han regalado un puro seco, le ha hecho mucha ilusión a pesar de estar casi roto. Dice que es "fósil de tabaco" y enseña una sonrisa indolente. Antonio es sinónimo de paz porque no padece. Decidió agarrarse a la vida esnifando pegamento. 
Antonio simplemente está. Que es algo que todos queremos. Continuar.
Después explica el motivo de su hilaridad. Y es que le gusta echar el humo. Yo no lo miro, mi baja y empapada mirada sólo llega a ver cómo las espinillas de Desi, un compañero de Antonio que acaba de llegar, se van muriendo poco a poco entre avispas heroinómanas. Desi sólo escucha, probablemente sus oídos estén taponados por la sal de un océano blanco, en calma.
Es una residencia exclusiva, los cuatro metros que les rodean les pertenecen, vayan donde vayan ese territorio es suyo, como si una fuerza de repulsión invitara al resto de no-desheredados hacia su hogar dulce hogar. 
Como una especie de peste a la que me estoy acostumbrando.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Silencio

Me levanté sobre una cama que no era la mía.
Me desperté a mediodía en un cuarto diferente, extraño.
La ropa disparada. Calcetines perdidos y cordones que apuntaban a la salida.

Shhh...

Mesita de noche con libros que no he leído.
Boca seca, casi sin boca, un punto casi sin palabras que decir, ingrávida.
Me levanté y eché un ojo al espejo.
"¿Y tú? ¿Quién eres?"

viernes, 27 de septiembre de 2013

Every little thing's gotta be just right

El viento en contra nos estiraba la piel a 90 millas en dirección al sol por aquel desierto pajizo. Casi sin tiempo para cruzar miradas sobre el infinito cemento envejecido. Tu largo pelo abanderaba la ilusión por devorar la vida todavía viva, con sangre en los incisivos sabedora de que el pulso algún día acabaría. Pero no ese día. Tu sonrisa de perfil se reía de las veces que la luna salía, chulesca a mostrarse a los humanos, especie a la que optamos dejar de pertenecer la noche que desistió nuestro pulso acelerado antes del primer beso. Vi tu sangre en mi piel y compartimos dos vidas en un circo cíclico. Tus labios nunca estuvieron tan rojos y la noria no dejaba de girar, avanzando hacia el sol. Palomitas y algodón de azúcar manchado de nuestro adn. Mis manos en el volante de tu cintura del asiento trasero en un parking cualquiera de un pueblo cualquiera del Big Sur. Tan largo como tus piernas rocosas donde oleadas de océano se mezclaban con mi saliva. 
Tan tú que dejé de ser yo por momentos hasta que los efectos de la última sacudida empezaron a desaparecer.
Fumamos y bebimos, decidimos cuándo llegaría la mañana tumbados viendo los lunares de la piel del cielo. Te mordí el tuétano. No te quejaste, así que roí tus costillas hasta desnudarte en cualquier servicio de cualquier gasolinera de cualquier pueblo costero de California.
Tenemos que viajar más, dijiste. No sabías que ya viajaba en tu corriente sanguínea, que aquel viaje en coche automático por una línea recta de arena y sal dividida por rayas de farlopa amarilla era la mejor de mis excusas para cavar en una felicidad mutua. 
Yo no contesté. Te besé y casi nos salimos de la estrecha carretera pero nunca me miraste temblorosa, teníamos tanta confianza uno en el otro que jugamos a la ruleta rusa con el revólver que compramos al hippie excombatiente de Vietman que nos quiso vender marihuana violeta. Nunca volverá a ser el mismo. Nunca volveré a ser el mismo, y te lo agradezco. En la salud y en la enfermedad, en la noche ebria y en la mañana de ojeras, cuando más guapa estás. Con tus cicatrices a flor de piel, siempre pero nunca más.
Cualquier motel de cualquier lugar, no existe diferencia en cuanto a sábanas viejas que han recibido esputos de amor y sudor relavadas con suavizante de seven eleven. Neones vestidos de puta europea a la entrada, nadie a la vista. Amor que se disuelve en una jeringuilla de sexo, gota que enraíza en líquido ajeno y se vuelve uno, crece ecuación con resultado de dos, par singular (2=1).
Todavía recuerdo la cuerda de miel rojiza que desplegaba tu labio, dulce mordisco depredador.
Siempre ahora.

martes, 24 de septiembre de 2013

2:15

La razón está ahí, tan cerca que no se puede ver con claridad, tan próxima que nos deja estrábicos, a veces ciegos, emborrona nuestra percepción cuando creemos ver esplendorosas actrices porno donde sólo hay mujeres inyectadas en Botox. Y sin embargo, está ahí. Sigue permanentemente impertérrita a los temblores de tierra que intenté provocar sin querer. 
La realidad es la madre de la ficción, los dioses (y las diosas) han nacido de la mente de un cura, un borracho, un desequilibrado, un artista o un maldito grano de arena que es lo que somos, los ciudadanos de a pie, los mayores visionarios por porcentaje. No existe la realidad en singular. Si la mente dice una cosa y el cardio otra, si una mano te besa en el envés de la tuya y la otra te palpa debajo de la falda curiosa, si un ojo ve cuando el otro te guiña...
Y yo sigo esperando una realidad pareja fuera de mí, ¿mi otra media naranja? ¿mi alma gemela? Las realidades son mucho más complejas que una fruta desnuda que paulatinamente va perdiendo sus cualidades, o que un alma que no se deja radiografiar. Mucho más difíciles que lo que se define como amor o ganas de follar.
La musas están haciendo la calle en la Montera, sus sonrisas a comisión son más sinceras que la de la camarera que te pide la tarjeta de crédito esperando a que le des propina.
Las musas son azules, o verdes, son preciosas y precisas, aseadas y deseadas. Pero no son de este mundo, ni del tuyo ni del mío.
La musa fuiste tú ayer, las realidades son nuestras hoy. Diferentes. Son silenciosas y se cuelan tras la piel de canela, tras los poros que te respiran, detrás de la larga espera que nos convierte en reales por fin, y por tanto imperfectos.
Y volverás si tú quieres, si nos deja la distancia del desconocimiento, si cogemos el mismo vuelo o si nos cruzamos en la misma esquina que hoy frecuentan las mujeres de verdad, las que duermen de día, las heroínas de un amor pasajero.
Hoy nos hemos desnudado, cara a cara, sin apenas descifrar las runas de unas pupilas que tocaban canciones a diferentes revoluciones, tan tranquilas que estrangulaban el tiempo y la distancia entre ambos. Dulce nudo que sabe a primer regalo.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Lunares y estrellas exiliadas

La lluvia no se llevaba su recuerdo.
Tampoco la lejía. Ni siquiera el ácido.
Opté entonces por convivir con él, sin saber dónde se encontraba realmente, si en las autopistas neuronales o en la cíclica sangre. Realmente no fue una opción, fue una imposición involuntaria. Un lunar, no la luna, que aparece siempre bajo calendario. Los lunares no se van, se pueden tapar, eliminar con láser, arrancar, pero siempre te van a dejar una señal, una cicatriz. 

Un recuerdo con el que tengo que convivir.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Lo maté porque era un viejo que iba de joven.
Además estaba hablando con la chica que me quería follar, mi amor de toda la vida. Aunque eso es secundario.




(Relato inspirado en el libro Crímenes Ejemplares, de Max Aub)

viernes, 6 de septiembre de 2013

Volver a nacer

Se podía distinguir la música al respirar, el sentido del olfato diferenciaba a la perfección las notas del aire acondicionado, de las personas y del licor que corría. Era como agua y aceite, como esas lámparas de lava que han engullido planetas y asteroides elásticos de colores. La división en su más pura esencia.
Todos en silencio. Escuchando atentos la lección.
Algunos tarareaban, otros movían sus cabezas. La camarera sonreía, era el polvo perfecto. 
Los cuerpos hipnotizados por el cuarteto hipnotizado por sus instrumentos hipnotizaban mis pupilas como un segundero sedado por su madre. Convertidos en cobras hindúes bajo en influjo de la magia de la noche. Spaguetti succionado por una boca traviesa.
No pudimos pedir más.
Siempre se puede pedir más.
Fuimos seis putos granos de arena en una galaxia de la que sólo conocemos un diez por ciento. Fuimos un cerebro hambriento de dopamina, fuegos artificiales reventando el cielo, abrimos brechas grandes como una herida mortal de necesidad. Fuimos la chispa que accionó el resorte de la pistola, el centímetro de tierra que besó la punta de aquella bomba que nos mató a todos.

"And she needs you,
this is from Matilda..."








martes, 3 de septiembre de 2013

Malasaña

En In my place hay mujeres altas como las nubes, celestiales, preciosas, mujeres que antes eran hombres y mujeres que aún siguen siéndolo. Comparto el mismo aire que pequeños perros que lideran a grandes hombres, hombres fornidos, rapados, calvos, tatuados, hombres con el gusto sexual de mujeres. Todos personas que pintan de arcoiris un barrio diferente.
En In my place hay una escuela de danza que levita en suspensión armoniosa sobre una calle mugrienta gracias a la caricia de unos dedos de marfil blanquinegros.
Clínicas dentales cerradas, donde la única sonrisa es un anuncio olvidado y polvoriento que nos recuerda que la mejor de ellas es la imperfección.

Y en medio de toda esta vorágine cosmopolita, el recién llegado. El perro al que los demás perros olisquean curiosos su trasero.
Me dieron la mejor bienvenida sin apenas intentarlo. Siendo ellos mismos.





domingo, 1 de septiembre de 2013

Cambio de aires

Se han multiplicado los ojos, como la casa de la miel, ahora brotan pupilas de las celdas del panel, libres como la inocencia de un crío. 
La prisa bombea exponencial.
Sin horas para dormir, pero con todas las del mundo para hacerlo contigo.
Sin paladar para comer, pero con todos los nervios de mi lengua en tu costado.
Sin sentido ni dirección, así descubrí América otra noche etílica, mi primera noche aquí con la mejor brújula.
Volveré para quedarme.


Para olvidar, té.
Para volver, café.

martes, 27 de agosto de 2013

Nueva madrugada

Subiste aquella cuesta con ganas de besarme.
Bajé aquella cuesta con ganas de besarte.


Nos equivocamos los dos.

Y en nuestras comisuras el recuerdo de una intención de madrugada.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Tarde o temprano

No te alejes demasiado. Ni borres los recuerdos. 
Tarde o temprano será lo único que nos quede.

domingo, 11 de agosto de 2013

Estío entre tus piernas

Tanta pasión que nos envasamos al vacío. Arrugamos nuestros pulmones con los ojos apagados y las maletas a medio hacer.
Ya no hay camino recorrido, sólo queda por recorrer.
Casi rompo mis dientes en tu cadera. Me has convertido en carnívoro acechándote agachado entre las sábanas.
Mudo cuando te miro, ciego cuando me tocas.
Muertos los dos cuando terminamos de.
Envueltos en sudor.

lunes, 22 de julio de 2013

Entrevista al escritor

Es casi mediodía, en la mesa de piedra blanca de un bar de una gran ciudad yacen dos cafés humeantes. Un gran ventanal tupido de lunares que pasan con prisa a un lado y otro les ilumina. Ella, cuaderno de notas en mano y bolígrafo en otra, le dispara preguntas con cierto interés. El interés desinteresado que puede tener o no tener un periodista según de qué tema se trate.

-¿De dónde sacas la inspiración? -Pregunta-.
Él la mira fijamente pensativo y responde.
-De lo que me atrae, de lo que me gusta. De la propia monotonía que maltratamos cada día de nuestra vida y la hacemos más monótona todavía. 
De la fuente que vemos al bajar la calle todas las mañanas de todos los días y que, como sabemos que está ahí dejamos de mirar sin saber que al no dar importancia a las cosas no tan importantes las estamos desangrando, eliminando lentamente y, lo que es peor, las estamos olvidando, que es el morir, no la mar. En el mar seguimos siendo nosotros, los que éramos reyes de la pecera ahora somos plancton en las encías de una ballena de entre miles de ellas. Pero ni somos olvido, ni mensaje diluido. 
Me atrae ese anciano mendigo de largas barbas que, medio arrodillado en la esquina de una tienda tan chic que solamente con vender 3 bolsos a la semana hace caja, da tanta pena que no tenemos los cojones suficientes como para mirarle a la cara y decirle "no". Simplemente lo ignoramos, cobardes de nosotros.
Me fascina la gente que rema en mi contra por la calle. Casi todos miran al móvil, hablan por él u ocultan su recta mirada con gafas oscuras. Son una gran masa de nadies buscando un refugio en el que sentirse parte del conjunto de la división global que se aglutina en cuatro paredes a las que llamamos apartamento, casa y en menor medida hogar. Pero yo no soy especial, yo hago lo mismo pero lo llamo de manera diferente.
-¿Cómo lo llamas? -pregunta ciertamente atónita la chica-.
-Calle, bar o noche -responde-.
-Y si todo es tan monótono... ¿Qué es lo que tú ves de diferente en una fuente, un mendigo o la gente con la que te cruzas por la calle?
-Veo cómo la gota cae en el resto de gotas y hace una figura líquida diferente al resto, como una cabriola, un salto mortal transparente. Una vez vi en uno de esos golpes de agua cómo aquella lágrima preñada de lagrimas se convirtió en una mujer de madera pintada con los brazos abiertos, como las mujeres talladas en las proas de los barcos. Fue tan sólo un instante, pero la vi. Si no, no me acordaría, ¿no?
No veo al mendigo que implora dinero para comer. Veo sus zapatillas de marca de 90€ y comienzo a cuestionarme su nómina diaria y su relación directamente proporcional a la pena que da. Veo al violinista de la Calle Mayor, me siento delante de él y me olvido de los que piden por pedir. Después me levanto y le doy lo que tengo en el monedero.
No veo a personas. Veo motores que mueven a personas, máquinas de carne, vísceras y huesos. Les miro a los ojos a todos y espero una respuesta que a veces no llega y que, cuando llega la esquivo. Miro a muchas mujeres, solamente a las que despiertan en mí ese interés priapista. Sus ojos son lo primero que me entra, sus cabellos, sus pechos, sus piernas y sus culos.
Por ejemplo, ahora me atraes tú. Si te has fijado, no he apartado la mirada de la tuya ni de tus labios cuando me hacías las preguntas. Siento curiosidad por tus ojos, tu tono de voz que se aparta ligeramente del resto de voces, tu pelo. Y me pregunto qué hace girar tus vinilos marrones y qué palabras se esconden en los surcos de tus iris. Me pregunto de qué color es tu alma y si tienes un hombro en el que apoyarte. He nacido con la curiosidad de un gato, pero sólo con una vida.
Me gusta que pienses y que tus lectores piensen que te estoy tirando los tejos, porque creo que es lo que estás pensando y creo que también ellos lo pensarán cuando te lean.
Y en definitiva eso es lo que busco cuando escribo, seducir al lector hacia una mentira, un cuento, una fantasía que nunca sabrán si estuvo fundamentada en una chispa real o fue simplemente invención de una mente inquieta.


Pidieron los cafés para nada.

jueves, 18 de julio de 2013

Marilyn morena
Roosvelt sin cojera
Lorca hetero
Groucho sin bigote
Chaplin en color
Hendrix diestro
Goya con audífono
Neil sin luna
Paco sin guitarra
Maradona sin botas
Orwell afónico
Hitler sin farmacéutico
héroe sin heroína
yonki sin caballo
semana sin lunes
Domingo afónico
viernes sobrio
paz en Oriente
inteligencia militar
suerte a domicilio
alma de vacaciones.


Sono impossibili, come tu e io.

martes, 2 de julio de 2013

2-1 ganaste

Tic, tac.
Din, don.
Cordones. Ojos. Manos y mangas. Papel de calco. 
Knock, knock.
Pomos de la puerta. Faros delanteros. Alas. Medias. Anillos para siempre. Labios. Hasta que la muerte nos separe. Porterías y canastas. Puntas de palillo. Orillas de un río. Ruedas de bici. Novio y amante. Cuernos. Tetas y pelotas. Tacones en la esquina. Semáforo de peatón. Palos de la cruz.
El repuesto. 
Casete, muñecas, mejillas, hemisferios.

Y de un día para otro...

La zapatilla suelta, el manco, el recibo perdido.
Atrapado en una habitación con puerta pero sin giro. El choque fronto-lateral. La paloma tullida. La puta amputada. El divorcio leporino. La fría lápida en la que vivo en vida. El empate a nada. La sonrisa perdida entre restos de comida. La muerte por agua*. El óxido que impidió que rodara hasta tu puerta. Las palabras de cartas y el viento que las asesinó. Mi alma en la esquina recordando sin querer aquel disco rayado.
Rojo. 1.
Él.
La música que no se ha vuelto a escuchar. La muñeca que limpia los salados ojos rodantes por mejillas.
El mundo que engatillaste.


*Death by water, The Waste Land. T.S. Eliot.

martes, 18 de junio de 2013

Pegajoso

Voy a comprar kilómetros de celo para que, cuando me vaya de esta ciudad, pueda pegar todos los recuerdos en cada centímetro de mi nuevo hogar. Para taparme la boca con tiras de pegamento que me impidan gritar. Para seguir siendo el mismo iluso que creyó que el sentido de la rotación terrestre se podía cambiar con tan solo un empujón. Para ser, si cabe, aún más gilipollas. Para momificarme contra un olvido encerrado en cuatro paredes de fotografías.
Voy a comprar kilómetros de celo para que la lluvia salada resbale por mi cara y no me riegue de nuevo ni alimente recuerdos  que necesitan barbecho.
Voy a comprar kilómetros de celo para no despegarme de la miel que un día probé y que hoy todavía tengo aguijoneada. 

viernes, 31 de mayo de 2013

Transparencia ante todo

Pégame un tiro y desgárrame el cuello.
Pinta tus encías con mi sangre que yo me bañaré en tus labios.
Sabes de sobra que soy presa fácil para una pantera tan ágil.
Vamos, aprieta el gatillo y muerde bien fuerte.
He venido desprotegido, lo contrario hubiera sido un suicidio.
¡Vamos! 
Inyecta tus dedos en mis entrañas y dime qué ves antes de que se enfríen.

¿Te gusta?
Es amor 


visceral.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Te veo

Escribía para adularla,
escribía para poder llegar a ella.
Escribía en sus costillas, 
allí también tocó el piano.

Escribía para expulsar la bilis,
para cerrar los ojos y hacer las paces con el sueño.

Escribía para todo menos para soñar, 
porque soñaba cuando escribía.

domingo, 26 de mayo de 2013

Trozos de puzle

¿Quién me arrancó la vida del pecho?
¿Quién me dividió entre arena de playa?
Somos el tiempo que nos queda,
el agua que todavía nos moja,
las gotas de sudor compartidas. 
Somos los mapas quemados, 
la hoja a punto de desprenderse,
la chispa que lanza la desesperanza con la trayectoria de un misil impotente, que no fecunda la tierra, un misil de plástico que nunca acabó por quemar del todo el dormitorio.

Queríamos ser los mil pedazos del segundero sembrados por el salón. Queríamos ser la vida que ahora hace autoestop hacia el sur en una carretera nacional. Queríamos ser la capital y nos hemos quedado en el exilio. 

Y yo, 
pidiendo auxilio.

jueves, 16 de mayo de 2013

miércoles, 15 de mayo de 2013

Quince de Mayo, la distancia

Él abre los ojos de madrugada, 4:44. 1, 2 segundos después todo vuelve. Como las olas, suaves y fuertes. 
Antes se desvelaba de madrugada en alguna ocasión, miraba el despertador-radio que su padre compró en Canarias cuando había una gran diferencia de precios entre península e islas, cerraba los ojos y los párpados caían por su propio peso, el peso de los sueños. El tiempo que restaba era siempre poco hasta que gritara la alarma como todas las mañanas. Era siempre poco tiempo. Y siempre se levantaba con sueño de piel cosida durante horas.
Desde hace unos días el desvelo no ha cesado, se ha repetido cada noche. Como acostumbra, mira el despertador-radio que se llevó a su apartamento, cierra los ojos y los párpados caen por su propio peso, por el peso del derrumbe. Pero no consigue dormir, y menos soñar. El pecho toca la puerta con nudillos incesantes.
Ahora el tiempo es lento, parece que no avanza, se propulsa, despega y se aleja como la distancia que impide ver, tocar, sentir. Se pierde en la cama. Y cuando consigue evadirse no se da cuenta, no tiene recuerdos del momento de inconsciencia. El único momento del día en el que está en paz. No recuerda la paz, como si viviera en continua guerra consigo mismo. La sangre sigue caliente.
Ahora se levanta con la luz de un día madrugador de un Mayo extraño y gris. No tiene sueño. Ha llovido durante toda la noche, fuera y dentro de la habitación, de la pequeña vivienda. Agarra la cafetera y bebe negro caliente salpicado. Para desayunar tabaco. Intenta comprobar las constantes vitales de la distancia. Inexistentes.
Una manzana lavada y un viejo cuchillo doblado de sierra descansan sobre un plato, del mismo color que una nube cargada, que descansa sobre una mesa negra, como una nube nocturna y enfadada, que descansa sobre un suelo que había sido compartido por un par de pares de pies hace no mucho tiempo. Muerde la manzana, se coloca el estetoscopio y comprueba de nuevo las constantes lo más cerca que puede desde la distancia. De la única manera que puede. Un pequeño latido desvela signos de movimiento allá a lo lejos a las 9:11.
Solo bebe café solo. Fuma y cercena la manzana acorazonada que poco a poco se va oxidando. Suena la alarma. Demasiado tarde amiga, hoy él también te ha ganado el momento de sorpresa.
En el fondo de esa manzana acorazonada sabe que ella está bien, acorazada. Y sonríe, pero su boca no se ve porque la tapa con un sello para España que vuela encerrado a oscuras hasta su buzón. Sabe que el tiempo de una carta es tan solo un kilómetro de separación interpersonal, y que tiene que escribir muchas cartas para llegar allí. Pero también sabe que no las tiene que mandar por ahora, que el tiempo sólo tiene sentido a medida que transcurre, por eso es tiempo, y que ya se verá.
Él sabe que ella está bien, lo sabe. Y sonríe encerrado en cartas que todavía no ha mandado y que quiere guardar hasta que el tiempo le abra su buzón. Esté donde esté. Porque este tipo de cartas nunca se pierden.
Mientras, se levantará antes que el tiempo lo despierte. Escribirá cartas sin dirección y fumará para perderse en la niebla de un microcosmos de ventanas cerradas.
Desea hacerlo porque cree en el tiempo y sabe que, a pesar de que a veces se torna en olvido, si la intención es pura, también puede cambiar a algo mejor de lo que era antes de que llegara el insomnio.

martes, 14 de mayo de 2013

16

Tenemos tanto que aprender de esos enanos. Hoy he visto en las noticias cómo un renacuajo separaba a dos adultos que discutían en un campo de fútbol. 
¿Por qué crecemos?
Creo que crecemos para querer, amar. 
Abandonamos el feto envueltos en cuidado y amor. Durante años somos objeto de caricias, preocupaciones y mimos. Nos lo dan todo a cambio de nada. Nos dan la vida porque sí, por amor.
Creo que crecemos para devolver todo ese amor que nos ha gestado, del que hemos nacido. Crecemos para devolverlo masivamente, a familiares, amigos, animales, recuerdos... 
No sería justo quedarse con todo ese amor, es más, creo que no es sano albergar tanto amor, nos hincharía y explotaríamos repartiendo injustamente todo ese esfuerzo que tanto ha costado, bueno no, rectifico, dar amor no cuesta, no debe costar. Si supone un esfuerzo pierde la maravillosa característica del amor, que es el amor en sí. Dejaría de ser amor para ser una mezcla un poco densa, extraña, de color marrón y con perlitas irregulares sólidas negruzcas en suspensión, como el aceite usado de un filete grasiento.
Tenemos, debemos dar amor a discreción, sin límites, con locura y comprensión, amor infantil, amor de gusanitos, amor de Roma, amor de pensión y amor de piso compartido.
Y, sobre todo, amor a quien amamos de verdad.

Cendres

Solamente quiero despertar cuando el fuego que nos quemaba sean cenizas frías.
Y dormir sin saber ni sentir que existo.
Sin saber que existes.
Donde no hay frío ni calor, 
tampoco extremos.
Esos extremos que nos convirtieron en algo más que humanos durante la vida que una chispa iluminó dos cuerpos en un cuarto a oscuras.
Y que ya no están.
Solamente quiero despertar cuando el fuego que nos quemaba sean cenizas frías.
Entonces y sólo entonces, 
podré descansar.

domingo, 12 de mayo de 2013

De mudanza

Su figura, desgarbada. El atardecer casi no dibujaba su sombra. Con las manos en los bolsillos, fiel recuerdo a la tristeza, ligeramente encorvado y ojos cristalinos, extremadamente limpios. La parte blanca de los globos era una hoja de papel virgen, un cielo inexistente, un plato con hambre, los dientes de África.
Era la figura de un estómago cerrado, de un corazón estropeado, marchitado, quebrado, agujereado, un corazón llorón y mocoso. Como el hombre que cultiva todos los músculos menos uno.
Era la figura del nudo en la garganta, de la boca seca, de la misma tecla de máquina de escribir golpeando una y otra vez la cabeza. Una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez y así vienen las lágrimas, y el estómago cerrado y los ojos aguados y la tierra seca y el tiempo que se hace más lento y el agujero del corazón que se duplica y agujerea también el estómago.
Era la figura de unas constantes vitales de metro, de ataúd, de madrugada de domingo. 
Y llegaba la noche, siempre llega. Mucho antes cuando uno no lo quiere... No hacían falta motivos para cagarse de miedo. Con los ojos cristalinos cabizbajos, el estómago cerrado y el corazón... el corazón de vacaciones. 

jueves, 9 de mayo de 2013

Sueños y pesadillas

Estamos hechos de sueños. Y pesadillas.
De pegatinas de manzanas y mandarinas.
Estamos hechos de recuerdos que queremos olvidar y no podemos.
De recuerdos que queremos mantener calientes y se acaban. Enfriando.
De chicles con azúcar y de regalos de ratones.

Lo siento querida, pero ya no somos lo que éramos. Hemos abandonado el ligero caparazón de la inocencia para dejar paso a esta dura costra que no se va a caer nunca. 
¿Dónde está el brillante papel que envolvía las sorpresas?
¿Dónde esos ojos como platos?
¿Dónde están los abrazos cuando rompíamos a llorar?

Lo ha devorado todo el tiempo y su experiencia.
Las arrugas, los grilletes, los billetes...


Yo no quiero ser mariposa. Yo quiero ser babosa asquerosa.

domingo, 5 de mayo de 2013

En clave de S

Su recuerdo capilar en forma de clave de sol sonaba en casi todas las partes de la casa en las que depositaba su mirada; lisa, directa y puntiaguda como una batuta que sabe que le falta un instrumento, el más importante. 
Por más que miraba a sus cabellos perdidos no encontraba sonido alguno. Buscaba al compás desequilibrado de un bombeo provocado por la ansiedad. Pero seguía sin sonar la música que tanto recordaba. Creyó haber perdido el sentido que todo lo originó. Creyó haberse quedado sordo.
Fue un gran director de orquesta. Fue el mejor porque ella lo pensó y se lo dijo. Pero el poder que dirige la música no es nada si se pierde la música. Si se pierden las notas. Sus notas.
Perdió aquel instrumento de viento y ahora sólo le quedan los suspiros.



martes, 30 de abril de 2013

Aviones

Y sé que tarde o temprano tu ausencia me obligará a llenar con humo de tabaco los pulmones que un día dejaste huérfanos de 






suspiros.

jueves, 25 de abril de 2013

Era ella

Era como los cuentos para después de un bombardeo. Como la calma de un océano plano que empuja sin ganas hasta batir en blanco. 
Era la inmensidad domada.
Era lo que hay detrás de la mujer idealizada. La tierra de la que bosteza la semilla. 
Era el alma.

Era ella.

lunes, 15 de abril de 2013

Hambre

Tantas migas de pan para este encogido mapamundi.
Tantas letras perdidas por el camino.

jueves, 4 de abril de 2013

La chistera y el no cumpleaños

Esos chicos fuman vitaminas. Leen entre los surcos del barro del parque desde sus mullidos bancos de algodón. 
Como aquella preciosa chica que vendió su himen para hacer rodilleras a las niñas que querían subir nota. 
Como la nota que dejó la mujer del respetado profesor antes de volar para volarse la tapa de los besos que se perdieron y que nunca se dieron. 
Como se perdieron en el laberinto, buscando la aguja del reloj de la heroína, Superwoman y ese pobre desgraciado de Rufus. Para matar la necesidad, construyeron una cabaña con cartas de corazones, huesos de un conejo que se encontraron en estado de putrefacción y el cadáver de una niña rubia, que aparentaba cierta belleza escondida en el pasado anterior y que antes de morir, les contó la historia de cómo había vendido su himen para meterse el pico que poco después la mataría.

sábado, 30 de marzo de 2013

Error de cálculo

El efecto invernadero consumía los polos, los científicos estimaban que para el año 2015 más del 70% de la población se encontraría en el límite de racionamiento de agua diario. 
Los telediarios anunciaban la proximidad de una guerra entre grandes países que encarecería el petróleo.
Compró todo el agua y la gasolina que pudo y apiló botellas bicolor en su casa.
Llegó el día que temió la pérdida del amor, así que decidió envenenar las velas de su última cena juntos. 
Y lo embalsamó.

Pasaron los años y el agua seguía manando de los grifos entre largas lágrimas. 
Tampoco se escucharon disparos por el precio del crudo.


jueves, 28 de marzo de 2013

sábado, 23 de marzo de 2013

Julio Cortázar

Si te adentrabas en las entrañas de aquel abrupto bosque, podías sentir rasgar tu piel con las erres de sus ramas y raíces afiladas. Pero merecía la pena la piel rota y la sangre con tal de llegar hasta su núcleo. 
En el centro de toda paz, donde convergía la síntesis de todas las respuestas que todos y cada uno de los seres humanos que han pisado esta tierra han buscado alguna vez, se hallaba una foto. Era la foto de nuestros padres, los primeros que empujaron la primera pieza del primer dominó de huesos y vísceras, venas y músculos.
Allí, en el centro del origen que paría en silencio una idea, naciste. Entre lápices mordidos y papeles arrugados, cordón umbilical y mantas calientes.


(Leyendo un extracto de Cortázar llamado Casa Tomada en el blog de Layla Martínez, Julio llamó a mi puerta y me dejó esta improvisación de inspiración)

viernes, 22 de marzo de 2013

Parabellum

Y cuando pensábamos que no nos podría ir peor, el collar de mierda que casi nos ahogaba subió 7,65 milímetros más.


jueves, 14 de marzo de 2013

Public avertisement

Cuando no tengas nada que decir cierra la boca, no digas nada. O serás el primero en recibir un balazo en la cabeza. 
Antes de haber parecido un tonto serás un cadáver, entonces serás un tonto 




muerto.

domingo, 10 de marzo de 2013

Meet me in the bathroom

Nunca se escribió nada mejor sobre aquella mesa coja. 
Nunca lo leeremos.
El secretismo que esa recelosa pluma guardaba ya fue engullido, con la saliva y los trozos de adn que labios ajenos permitieron.
Rock'n'red roses on your bed.

La distancia y el tiempo son el cordel del que tiramos con nuestras ganas. 

Las noches y las mañanas.

viernes, 8 de marzo de 2013

Girando

Seguimos queriendo cambiar el mundo, a cañonazos. 
Pero siempre desde castillos en el aire.

martes, 5 de marzo de 2013

Chicles con azúcar

A veces pienso que no somos más que chicles. 
Chicles con azúcar. Chicles que llevan adosada una pegatina que dice si eres el afortunado ganador de otro chicle o te invita a seguir gastando dinero en empastes.

A veces pienso que no somos más que chicles.
Chicles con azúcar. Chicles que llevan adosada una pegatina que dice si eres el afortunado ganador de una vida sin enfermedades mortales o te invita a sufrir y a hacer sufrir a los que te rodean. Chicles que nos encontramos en el bolsillo y que no recordamos haber comprado. Chicles rosas que no podemos evitar abrir y ver cuál será nuestro destino. 
Chicles con una pegatina en blanco.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Ardillas y osos panda

La altura la marcaba la falta de oxígeno. Pero su mente navegaba mucho más alto, en aeroplano con un motor con tos. Cuando respiraba, lo hacía tan fuerte que sus glóbulos rojos le lanzaban hasta la atmósfera. Eran tan sólo cuestión de minutos que su jugada acabase en jaque mate. Entonces descendía en la confortable suspensión que el delicado tacto del opio ofrece hasta su sofá. Se hundía entre la espuma artificial y atravesaba con sus oídos la pared.
Una figura femenina se deslizaba por la casa adyacente con el sigilo de una serpiente y bajo un paraguas musical que le fue imposible descifrar.
Aquella noche no hubo sonido de muelles en aquella cumbre compartida de gatos nevados.
En ninguna de las dos casas.
Quizá mañana tenga un plato de su veneno en la puerta de casa. O dos paraguas que inviten a un paseo de guantes y bufandas.

Seguro que alguna vez se cruzaron en un sueño compartido. 
Mucho antes que en el portal de casa.

viernes, 22 de febrero de 2013

Borrón y cuenta nueva

Adelante, vamos. Pégate un tiro, dile que la quieres, empieza desde cero, rompe con él, deja tu trabajo, vete sin pagar, escribe en la puerta de los servicios de la facultad, prueba la coca (cola), cuélate en el súper, mete la mano en el fuego, tómate otro chupito de jagermeister, haz autoestop, cruza en rojo, agárrala fuerte y bésala...

Pero haz algo.

lunes, 18 de febrero de 2013

Bomba en París

El tiempo, generalmente, en su trayecto impune, nos descubre como personas humanas, banales y terrenales en nuestras relaciones personales.
Cuando no lo consigue, nos encontramos ante la definición de amor.
El ser humano es la única fuerza capaz de dar electricidad infinita a los aparatos eléctricos que nos alimentan con vida y esperanza. El cerebro y el corazón.

viernes, 15 de febrero de 2013

Higiene corporal

Me he dejado las uñas largas, para arañarte cuando te vuelva a ver. Quiero dejar tu espalda a rayas, surcos del recuerdo, para volver a ti siempre que me pierda.
Quiero hundirme en tu sangre y subir rojo hacia tus labios, colgarme en ellos y que hagamos regaliz con nuestras lenguas.
Quiero que se confundan nuestras venas, como aquellos cables olvidados que guardamos en un cajón más olvidado aún. Cables diferentes que se han amado sin querer con un nudo que nadie ha hecho.
Quiero querer cuando no se me quiera y hacer que me quieras sin querer, como esos cables que se quisieron una vez, una sola vez.

miércoles, 30 de enero de 2013

Pony pony run run

Llevo un par de meses saliendo a correr. Mi idea era hacer deporte, por eso de mantenerse uno, que ya ha entrado en la treintena. Antes, cuando veía a un runner corriendo por la calle, le gritaba en tono burlesco ¡De quién huyes! Mientras apuraba un cigarro sentado en la terraza de un bar gin tonic en mesa (gran placer, por cierto). No comprendía a esas personas.
Ahora sí.
Las vueltas que da la vida, ahora me he convertido en ese incomprendido por parte de un gran número de personas que son como yo fui. Lo que me lleva a pensar que el desconocimiento consciente que aplicamos sobre muchísimas materias, la mayoría, nos aleja del placer que proporcionan dichas materias, no sólo en el ámbito deportivo, sino en la vida en general.
Vayamos al caso contrario.
Los yonkis provocan rechazo, repulsión, incluso asco. Pero siempre me atrajo de manera especial el amor que existe, porque existe de verdad, entre dos adictos que lo comparten todo teniendo nada. Un amor basado en la heroína no es un amor de mentira mientras haya heroína.
Sí, de acuerdo, ¿y cuándo se acabe, qué?
Cuando se acabe la droga se acabará el amor. ¿Acaso el amor no es una droga?
Quizá ellos se amen más que los demás.

martes, 29 de enero de 2013

Besos y balas

Frío de mentira y un puente de piedra.
Caminamos hacia aquel supermercado porque me dijiste que viajarías a una película de dos.
Pizza y vino y 30€ de más en una gasolinera.
Entramos y la primera canción fue la nuestra, ¿recuerdas?
Brindamos en las nubes con calcio sobre rebanadas que dejaban migas en el camino de la memoria bajo un sol que se convirtió en testigo sucesivo, día tras día, de lo que hoy es, como dijo Miguel Labordeta, eficaz batracio simultáneo, bala tras bala.
Eran besos lo que ahora son gatillos que me apuntan.

lunes, 28 de enero de 2013

Agua salá

Te quise escribir algo bonito pero ni siquiera me acerqué. Ahora mi casa se ahoga entre papeles con tachones, arrugados y rotos. Náufrago en el sofá, observo cómo las olas de celulosa dejan mensajes en trozos de líneas de arrugas diferentes, y todas y cada una de esas palabras tienen sentido por separado.
Quizá solamente esté hablando de lo mismo pero con agua dispar.

miércoles, 23 de enero de 2013

martes, 22 de enero de 2013

Un hoyo, dos hoyos

Cavó un a punta de con la luz de la llena. 
Sabía que esos dos no le matarían, nunca fue un chivato, nunca se fue de la. Tenía un sexto innato que dejaría a cualquiera la piel y los pelos de. 
De pronto les sugirió una oferta que no podrían.
Les diría dónde estaba el dinero y ellos a cambio le dejarían en.
Estaba dentro de una caja de zapatos de. En la casa de su, en el tercer de aquel armario que compraron en.
Lo dejaron allí con la pala, arrancaron el y huyeron en busca de la a toda.
El día todavía no había. 
Cogió la pala e hizo otro.

sábado, 19 de enero de 2013

Sed

Toda la vida buscando té. Rojo, verde, negro...
Probando todas las clases, en cualquier lugar, a cualquier hora.
Y sigo sediento e insatisfecho.


Cada vez pienso más que es mía la culpa.

jueves, 17 de enero de 2013

Olivetti

Dices que quieres salir a dar un paseo, 
pero afuera está lloviendo.
Quieres café caliente,
pero te quema la boca.
Quieres viajar y te dan miedo las alturas.
Quieres hablar con la boca llena...

Lo dejaré todo y me iré a Madrid. A un piso de veinte metros cuadrados con cuadros de fotos y una factura que aprieta. Me iré con la vieja Olivetti de mi padre en la maleta. Con un abrigo que nunca lavaré y una manta con aliento a tabaco que me ame.
Lo dejaré todo y seré por primera vez kamikaze. Me iré a una casa con humo y sin llamas. Y si llamas y callas sabré que eres tú. 
Tienes la puerta abierta, pero antes de sentarte coge esa botella. Vamos a brindar por estar y seguir estando. Y mientras tanto nos podemos besar o seguir hablando.
Me iré aunque nunca me vaya. Me emborracharé de sus calles, me perderé en miradas, en sus kilómetros de intestino metálico. 

Me iré para echaros de menos y tener una razón de peso para desempolvar esa vieja máquina de escribir.