miércoles, 28 de marzo de 2012

¿Cóumo se dise het spijt me en espaniol?

¿Os acordáis de los bultos que le salían a Homer cuando le entraba el stress? Bueno, a mí no me han salido bultos en el cuello pero se me han hinchado mucho otros bultos, dos exactamente. 
Yo trabajo en una academia de español para extranjeros, aunque bien podría dar español a españoles, incluido un servidor, no pagan mal, al menos me da para beber, perdón, para vivir. 
La semana pasada me "advirtieron" en una reunión que vendría un grupo de ese zoológico llamado Holanda, ríanse del bullying español. La cuestión es que el año pasado tuve un grupo, mi primera experiencia religiosa, de estos seres unicelulares compuestos en su mayoría de alcohol y lípidos que resultó ser catastrófico a nivel de bomba H. Déjenme explicarles: 
La clase comenzaba a las 9:30 de la mañana, achaco a diferencias culturales que desayunaran en mi clase bebidas energéticas a dicha hora, lo que no entiendo es que a las 11:30 siguieran bebiéndolas, además de traer barras de pan y embutidos envasados al vacío del supermercado adyacente a la academia, entonces comenzaba el ritual bellotero, como nuestra matanza, aunque el cerdo llevara zuecos y apestase a cerveza aguada. Sus gritos en holandés agrietaban las paredes de nuestra minúscula clase y yo, sólo tuve que dar clase, o intentarlo al menos.
Bien, este grupo fue el del año pasado, al final de la última clase les desee lo mejor en inglés, como no podía ser de otra manera porque no aprendieron una mierda de castellano, de la siguiente manera: You deserve to die.
El grupo de este año, inequívocamente fue (bueno es, porque estamos a media semana y todavía puedo pillar una pipa y volverme loco) peor, no utilizaron armas basadas en taurina ni hidratos de carbono en forma de miga de pan, pero sí usaron la constancia del que pica una roca hasta que consigue polvo. La hora y cuarenta minutos de clase fue el más claro ejemplo de destrucción por erosión. Las voces y gritos de trece acémilas medraban a cada minuto y segundo, mellando mis intenciones de enseñar a cuatro alumnas, extrañamente serenas, que parecía que no veían cómo ese barco  gramatical tenía un hueco tan grande como la estulticia de unos  necios que habían varado lo que intenté que fuese un galeón y terminó siendo una patera muerta en la costa. 
El colmo llegó cuando un alumno, del grupo del culo de la clase, me pidió que les hiciera una foto. Estuve a punto de meterme la cámara en la entrepierna y hacer click para que vieran en formato mpg una foto del tamaño de mi escroto.


Pero un profesor con clase no hace eso, un profesor con clase despotrica en su blog e intenta entretener al personal.



lunes, 12 de marzo de 2012

Ex traños

Hoy el sol saluda, intento llegar a la luz de mi fotosíntesis. 
Tarde, siempre arde.
Salgo, me desato la fina soga que me ahorca de 9 a 21. La noche ha caído. 
Los falsos imitadores de ídolos fallecidos se esconden en cabarés, no importa el día, encorvados en la barra vigilan la puerta al mínimo chirrido mientras succionan licor en vasos de dudosa reputación. Intercambian palabras, slogans y frases cliché con el camarero hasta alcanzar la embriaguez, después la música les maneja como marionetas mientras el resto del mundo duerme.
El asfalto ya está frío, los pasos sin norte, hay una puerta que grita, un cuello que gira, me mira, saludo y comienza el ritual.
Entregarse a un desconocido es mágico, ofrecerle tu cama, mejor. Pero esos imitadores de piel de mercado turco son turbios, uno no sabe si están fumando o traen la niebla esposada a sus talones, romper el hielo con un desconocido puede ser maravilloso, es alguien nuevo y nuestros sentidos se multiplicarán solamente para él, algo realmente noble. Conocer a alguien implica querer matar el tiempo hasta que lleguen tus secuaces o querer comerle la ropa interior. Nadie conoce por conocer pero casi todos bebemos por beber. Nos gusta más beber que conocer, pero muchas veces bebemos para conocer. Los falsos imitadores visten brillante, como los cebos, pero hay muchas personas en esta taberna y solamente unas pocas tienen carnaza. Un extraño es un extraño escasos segundos, como un orgasmo, aunque no conozcamos su nombre, como con un orgasmo también. Quizá allí reside la magia, los bellos de punta o los platos apupilados que se nos quedan cuando conocemos a un extraño. Porque no todos los extraños engañan, ni todos los que engañamos somos extraños.