El cero del cero a la izquierda, el diente de bronce, el cuarto puesto, el amigo del amigo, el grano de sal en la cáscara de pipa, la última calada que no se da, el saludo furtivo saliendo del bar, despedirse a la francesa, el apéndice, los huecos del sofá, las ganas de follar que se quedan en ganas, los padrastros, los trastos que cumplen años cargados de polvo, el carmín de las putas, las virutas que saltan de una caricia mentirosa, los restos de amor entre los dientes, la copia del bostezo viral, las gomas, porque borran errores y nos hacen olvidarlos, la domesticación, los créditos de la biblia, las sonrisas en un banco, las esquelas, los "Muchas gracias" en las facturas, los "Buenos días" unilaterales de la televisión, el cartero que solamente llama una vez, las "Felices fiestas" a punta de pistola, las olas solas, el disparo al aire, los puntos de sutura en la boca, la sangre que no se enseña, los biombos, cortinas y persianas.
Todo eso vale menos que nada, y aquí, damas y caballeros, no funcionan las matemáticas.