sábado, 26 de enero de 2008

Miedo escribe

Tengo miedo de quedarme solo conmigo mismo y volverme loco intentando convencerme de que las cosas están bien, cuando no lo están. Intercambiar opiniones delante de un espejo forrado con mármol es la predilección del presidente del parlamento situado en el lavabo, dentro, los demás congéneres mezclan cadenas proteicas en tubos de ensayo y ensayan desmayos por si viene la policía, el truco está en hacerse el borracho. Nunca antes visité un cuarto dedicado a la pulcritud que estuviese lleno de mendigos vestidos de alternativos (en realidad todos somos alternativos; algo queremos cambiar y algo queremos que nos cambien) enseñando sus sucias palmas al fuego de contenedores que afloraban en cada una de las esquinas de aquel angosto lugar, nada es suficientemente estrecho como para impedir la entrada de los pensamientos de un fantasma. Y ahí estaba yo, viviendo un miedo que se iba cosiendo por mi médula espinal y que, misteriosamente, jugaba con una cuchara sobre mi huesuda y prolongada botella de anís, debatiéndome entre seguir caminando o dejarme caer y despertarme en otro lugar apacible alejado de aquel cuarto de baño en el que sus termitas devoraban mi otro hemisferio cerebral dejándome cojo, tuerto y manco.

jueves, 24 de enero de 2008

La peor pesadilla es no soñar nada

Confiaba en seguir perdiendo el tiempo combatiendo la inspiración que no llegaba mientras en su pecera particular finos hilos de carburante ascendían en forma de humo que despedía un cigarrillo, tenía un martillo con el que clavaba su mirada cristalina en lugares sin importancia y las extensiones de sus manos apuntaban, arañaban y toqueteaban nerviosas por doquier mientras su cuerpo respondía al letargo de once horas de pesadillas con músculos estirándose intentando alcanzar lo imposible y un bostezo que provocó una lágrima que alimentaba unas legañas de miel y descendía por el tosco rostro descuidado del hombre que solamente pensaba en escribir lo que nunca pudo decirle.

martes, 15 de enero de 2008

Escupiendo flores: la envidia.

Es la cristalización de un suspiro que nunca sale, el momento en que el cuerpo olvida respirar y concentra la esencia del odio en una micra de veneno que el sistema tolera.
Siempre fui envidioso y mazo pesado de juez déspota, juzgando los textos y las opiniones vertidas sobre dichos textos cuya lectura requeriría, en el caso de que se diese, unas gafas de sol para filtrar semejante estupidez volcada sobre un papel cuya virginidad ha sido rasgada por un/una violador/a con el coraje del confiado artista que convierte en oro todo lo que toca, esta vez las manos están llenas de mierda.
Vayamos más lejos, ese "artista" se galardona con opiniones ajenas que toma en cuenta como si fuese la evaluación de un profesional mientras deshecha las opiniones de los más cercanos debido a su naturaleza diferente y especial, mareado/a por los flashes que hacen de una vida absurda una mentira con forma de felicidad fundida por el calor de unos abrazos de muñeco de porcelana, bonitos pero fríos y vacíos por dentro.
Mi más sentido desprecio hacia todos los que fuerzan una mueca que nunca debió salir, a los que construyen una vida de mentira y alimentan su ego con abono en el que crecen flores con tumores, bonitas por fuera y enfermas por dentro.

Buenos días

Abrió los ojos y a escasos tres centímetros se encontraba el techo desafiante ante la cima de la nariz...
Se hizo de día hace ya mucho pero yacía en la cama como si nada pasara, en calma. Al rato el suelo dejaba la fría huella en los pies recién levantados, encendía un pitillo sentado mirando al suelo y pensaba en lo mal que lo había hecho mientras contemplaba como se iba el humo, había dormido casi doce horas y no existían expectativas de una tarde fructífera salvo estar encerrado en un cuarto jugando con el tiempo. La vida como la cama, sin hacer y a penas de pie como si de un movimiento mecánico se tratase colocaba la aguja en el surco de un vinilo que cantaba con voz de blues:

"bad, bad whiskey made me loose my happy home..."
Sentado intentaba reconstruir un cuerpo deshecho mediante unos vaqueros, cualquier camiseta y un jersey para bajar a por el pan para hoy, que no daba hambre para mañana sino para hoy mismo. Caminaba a través del pasillo y cuando se perdía el sonido de aquel blues los cascos ocupaban su lugar, siempre aislado del resto, gracias música. Hacía frío pero qué importaba eso, el camino hacia la panadería era una canción, ida y vuelta y todo eran caras, tan solo caras que no podía evitar mirar ansiando volver al hogar para retomar esas líneas que intentaban aproximarse a una definición pura de amor que se había perdido por la falta de uso, caducado.
Volvía a casa y la canción seguía rodando fiel, los cristales empañados que acreditaban el largo letargo comenzaban a llorar lentamente dejando un angosto espacio por el que, como un reo, contemplaba el resto de las libertades individuales tan mecánicas como siempre.
"Ya son las dos, hora de comer".


lunes, 7 de enero de 2008

Paseo

Como la espera que supera, entonces el agua desbordó el vaso, pero eso ya no importaba. Se limpió la boca de izquierda a derecha y tiró la toalla en la mesa con unos ojos vacíos donde el eco cumplía cien años. Se fue sin maletas con las mismas zapatillas con las que recorrieron el borde de un vaso de café, tiempo récord.
"A veces los logros no son los que se consiguen en un tiempo inferior al de la marca anterior, siempre queremos vivir más tiempo para superar ese tiempo, prolongar la vida para obtener, alcanzar o crear un anhelo en el menor tiempo posible. A veces uno anhela encerrar el tiempo en el vacío y contemplar cómo sus venas siguen en movimiento pero fuera de tu órbita, donde no te puede hacer daño."
Salió a la calle buscando un océano que escribiera cualquier nota en la montaña de sal convertida en isla justo en el centro del vaso, pero no había música ni musas que dejaran su rúbrica así que decidió reptar por esas calles grises y congeladas llenas de fantasmas con gabardina amarilla del tabaco y unirse al tráfico silencioso que consigue el frío, ese suspiro que sabe a muerte y paz, saboreando el filo de sus pupilas copulaba con las del resto de fantasmas amarillos buscando una ayuda que le saliera al paso. Hablaba consigo mismo de ella y de ella e imaginaba estar dando las gracias por su primera publicación
"Gracias a todos los que me han apoyado, cerca y en la distancia, gracias a los que confiaron en mí...no tengo ningún motivo directo para hacer lo que hago, intento sentir cada milímetro de mi propia realidad y expresarlo en un texto o en una fotografía....me han saludado muchas personas que han dicho que les encanta mi trabajo, eso me llena más que nada, además lo que consiga en ésto me lo gastaré en una gran fiesta con todos mis amigos y para comprarme algún capricho...quiero seguir haciendo lo que me gusta y sobrevivir y convivir de y con ello...hablo de un amor visceral, de un odio puro, del olvido agrietado...todo lo que apunta al dolor y a la muerte, a los mareos a la inconsciencia en estado real..."
Una vez fuera del tráfico fantasmal volvió a pisar el suelo empedrado delante de una casa escrita con conchas y se marchó a la antigua cárcel a ver el dibujo de una mujer perfecta gritando libertad encerrada en un marco que no existía limado por dientes perfectos*. Salió sin fianza confiando en encontrar un dibujo igual para él.
Vuelta al frío.






*Paloma Pájaro, Paloma de Verano

miércoles, 2 de enero de 2008

Gracias por su visita también es gracias puta

Abrí el cajón y saqué de la vieja caja la esponja de las agujas, aún por estrenar, aún por oxidar. Cogí la más fina y afilada y el hilo entró a la primera. Cosí mis comisuras comprometido con seguir midiendo las palabras con el corazón y no con la boca con la que siempre se miente y pudren tantos te quieros en otoño, hojas. Mi oración será el silencio que dio la razón al impulso nervioso de un querer ya y ahora, pero ahora ya no se quiere, ya no hay deberes y la puerta está tan forzada que al entrar en tu alcoba siempre te despierto, aunque a veces pareces un cuerpo muerto y realmente no sé si estás o eres fruto de mi dibujo, para cuando aparezcas seguiré trazando mis letras en línea recta, midiéndolas como hoy, llegando a la exactitud de un espíritu en crisis que regalaba parrafadas para intentar enamorar sin demora con sabor a todo lo que se evapora.